DIALOGO POLÍTICO EN
VENEZUELA
Por Carlos M. Añez
Diciembre
2013
Se está
hablando con insistencia de la necesidad de un dialogo entre los dos polos
políticos venezolanos. Eso sería perder el tiempo. Un dialogo es una
negociación para examinar en que aspectos se puede coincidir y en cuales es
necesario que ambas partes cedan posiciones para establecer un ámbito de paz,
convivencia y hasta cooperación. Como en una democracia, por cierto. Se
participa en un dialogo cuando se ve la posibilidad de alcanzar acuerdos. Si no
existe esa posibilidad, el dialogo puede más bien exacerbar la controversia y
el pleito, a menos que la intensión subyacente sea una hipócrita operación
temporal de reducción de la presión y del crispamiento político. En pocas
palabras el dialogo no tiene sentido si no se lleva a cabo de buena fe.
Creo que
hay tres campos de análisis que son indispensables antes de correr a sentarse
en una mesa de negociación. Primero hay que saber con quién hay que negociar
(…yo ya abandono el eufemismo de “dialogar”).
Negociar con voceros inocuos sin poder o con títeres parlanchines no
lleva a nada como no sea a la vergüenza. En Venezuela la oposición tiene mejor
definida su representación y vocería que el gobierno. Con la desaparición del
jefe lo que quedó fue una coalición de grupos con orígenes y posiciones
definitivamente no congruentes. Lo que tienen entre ellos es un área de
intereses temporalmente común que los hace capaces de operar políticamente con
una identidad aparentemente bien definida. Sin embargo, eso no quiere decir que
negociar con quienes aparecen formalmente como sus líderes conduce a acuerdos
con toda la coalición.
En la
realidad la coalición de gobierno está compuesta por los militares, que son quienes verdaderamente tienen el poder; los operadores políticos, que son
quienes están encargados de la parte sucia del negocio incluyendo los insultos,
la violencia callejera y la parlamentaria; los
ideólogos, que son los que todavía creen que están en un proceso
revolucionario marxista en beneficio del proletariado y que son los que dan los
eslogan y el palabrerío que haga que el gobierno suene revolucionario; los
“técnicos administradores”, que son los encargados de manejar los negocios
de la mejor manera capitalista que conocen para generar los dineros que se
necesitan; los “boliburgueses” que
son los encargados de repartir la grasita necesaria para que no vayan a tumbar
al gobierno; y los cubanos. Los verdaderos plenipotenciarios son los militares y los cubanos pero ellos
no se van a sentar en una mesa a dialogar con la oposición. Así que dialogar
con cualquiera de los otros grupos es hablar con segundones que no deciden las
cosas importantes. En conclusión, no hay con quien negociar.
El segundo
campo de análisis es qué agenda temática pudiese ser acordada para esa
negociación (…claro, suponiendo que se logren interlocutores válidos y
plenipotenciarios). Me imagino que en la mente de quienes están proponiendo el
dialogo está la idea estratégica general de convencer al gobierno de dejar de
abusar del poder y no seguir violando la Constitución. De eso se derivaría la
posibilidad de limpiar e independizar el resto de poderes del Estado para que sean
ellos quienes controlen lo que el gobierno haría después de terminada la
negociación. Pero ¿hay alguien que en su sano juicio tenga esperanzas de que
ese tema llegue a formar parte de la agenda de negociación en la Venezuela de
hoy? En situación normal, tal acuerdo no representaría amenaza alguna al
ejercicio del poder central. Sin embargo, ¿alguien cree que los
plenipotenciarios lo aceptarían? ¿Alguien ha visto alguna señal de que esa
agenda se pueda acordar? Además, si así fuese y se acordase, ¿se puede creer
que posteriormente los inevitables problemas y controversias serían resueltos
por un sistema judicial independiente y que no habrá una fiscalía que cuando
sea requerido por el gobierno levante de la nada acusaciones contra los
alcaldes y líderes de oposición? Obsérvese
que no hemos mencionado temas más sencillos que podrían ser negociados como por
ejemplo, dejar quietos a los alcaldes elegidos y darles el presupuesto que les
corresponde o elegir los miembros del “Poder Moral” por consenso negociado.
Cosas así, sencillitas, pero que no parecen tener chance de ser ni siquiera
discutidas. … Total es, que una agenda de la negociación tendría que ser muy
aguada para tener chance de al menos llegar a la mesa.
El tercer
campo de análisis está constituido por los aspectos contextuales de la
negociación. Es decir, los que definen cómo es el momento histórico en el cual
se está planteando la negociación. Veamos. ¿En que andamos? Según el gobierno se está construyendo el
socialismo. En los hechos lo que se ha visto es la destrucción de lo que era una
economía subdesarrollada pero relativamente moderna y dinámica para ser
sustituida por nada. En la práctica, lo que han hecho es arrebatar los activos
industriales y comerciales a sus legítimos dueños para entregárselos a un
rebaño de mediocres, arribistas, ladrones y lumpen politiqueros que los han simplemente
arruinado irreversiblemente. Igualmente ha sucedido con los contratos públicos,
las licencias de importación, las divisas preferenciales y demás prebendas
oficiales, que se les ha entregado a la boliburguesía.
Si,
siguiendo a Merton, nos preguntamos cuales han sido las “funciones latentes” de
tal comportamiento, nos daremos cuenta de que en el fondo lo que se ha hecho es
comprar apoyo político distribuyendo convenientemente los recursos robados y el
ingreso petrolero entre los “grupos esenciales” de la coalición, como dice
Bueno de Mezquita. En otras palabras, el arte del jefe consistió en convencer a
los ideólogos que se está construyendo la sociedad ideal marxista y a los
operadores políticos que se está en una revolución mientras se le metía la mano
a los recursos públicos para remunerar a los que en la realidad lo sostienen en
el poder. Remuneración sin la cual el apoyo se detendría.
De todos
modos, si el gobierno tiene como norte la construcción del socialismo (de tipo
cubano, obviamente) entonces no puede negociar (es decir, dar concesiones) en
relación a los pasos esenciales de estatización y control que está avanzando y
si en efecto, el uso de los dineros públicos para mantenerse en el poder es su
verdadero camino, pues mucho menos puede negociar.
Esta
interpretación del proceso histórico que está viviendo Venezuela conduce a la
conclusión de que una negociación entre los dos polos políticos prevaleciente
no tendría ningún resultado concreto en este momento pues la base estructural
del poder no puede ser llevada a la mesa de discusión sin destapar toda su
fealdad e inmoralidad y los cambios que se necesitan, incluyendo el obvio y
obligatorio respeto de la Constitución,
implican la pérdida del acceso irrestricto a los tesoros públicos por
parte del polo gobernante lo cual es precisamente la única base en la cual se apoya.