Contribución al
debate estratégico
Por Carlos M. Añez
Febrero 2014
Yo lo que me pregunto es por qué caerle a críticas y descalificaciones a la MUD y no a los
militares. Si hay algún grupo político
venezolano verdaderamente responsable de la debacle que hemos sufrido es el de
los militares. El chavismo es un engendro militar. Quienes dieron los golpes de
estado de 1992 fueron militares. Quienes
han tenido el poder en Venezuela por los últimos quince años son los militares.
Quienes fracasaron en restituir la institucionalidad en abril del 2002 fueron
los militares. El gobierno que montó Maduro es fundamentalmente militar.
Quienes han mantenido relaciones entreguistas, cómplices y de traición a la
Patria con los cubanos han sido los militares. Muchos militares han sido
descubiertos en actos de corrupción indecibles y todos han estado recibiendo y
disfrutando privilegios y prebendas por encima de lo que recibían en el período
democrático. Les construyen casas, les dan créditos, proveedurías, ambientes
seguros y equipos y tienen acceso a servicios de salud gratis y a seguridad
social envidiable. Tienen enemigos dentro y fuera de su seno y no hacen nada. Se
les ha formado alrededor en las ciudades un ejército de malandros armados
asesinando, robando y atormentando a la población y no han hecho nada. Más bien
han contribuido con cierto contingente de guardias colaboradores que cuidan a
los “pranes”. Son simplemente despreciables.
No acepto el argumento de que “todavía” hay grupos de militares
“institucionalistas”. Lo que hay son unos militares que están de acuerdo con lo
que el gobierno está haciendo y otros que aunque no estén de acuerdo son unos
cobardes. Los poquísimos que se han atrevido aisladamente a mostrar su
desacuerdo han sido expulsados de la Fuerza Armada y algunos, perseguidos.
Amiguismo, complicidad, corrupción y hasta nepotismo entre ellos han sustituido
a la meritocracia para ascender. Hay no sé cuántos generales en jefe y
generales subordinados que no tienen nada que hacer y siguen cobrando sueldos
magníficos mientras nuestras fronteras siguen desprotegidas y perforadas ad
libitum por el narco crimen.
Mientras tanto han salido los “toreros en las gradas” a criticar a la
MUD, como hace Aguana, porque “no
cumplió con sus promesas de victoria electoral” y a burlarse, como hace Arria,
de que Capriles haya pasado años “pateando los barrios” y visitando los pueblos
de Venezuela y como hace Franceschi, a faltar el respeto a los líderes que
siguen luchando. Pues esos políticos que están en la MUD son nuestros
políticos. Son los que tenemos. Son los que se han quedado en el país a
continuar la lucha. Son nuestra esperanza, porque de los militares no podemos
esperar nada. A la MUD la hemos visto arriesgando todo: tiempo, carreras
personales, recursos, libertad y lo que es muy importante, apertura a la
crítica. Han sido derrotados por la vileza, la trampa, el fraude, el abuso de
poder, la violencia y el malandraje político y ahora nosotros ¿vamos a castigar a la víctima o al victimario?
¿es que vamos a acusar a la víctima de haber provocado el ataque de su agresor
o es que vamos a atrapar y enjuiciar a este último?
Es cierto que hay que revisar la estrategia porque la vía electoral ya se
comprobó cerrada, pero eso hay que hacerlo en
el ámbito UNITARIO de TODAS las fuerzas sociales y políticas que deseamos
que Venezuela regrese a ser un país democrático que nos albergue a todos sus
ciudadanos para entendernos unos con otros y disfrutar de nuestros recursos y
capacidades para beneficio de nuestros descendientes.
El chavismo ya es minoría pero la MUD tiene que ser consecuente con sus
principios e ideología de libertad. Chávez y este gobierno pudieron arrinconar una oposición en minoría porqué
estaban dispuestos al abuso, a la represión y al uso de la violencia callejera
de sus malandros pero un régimen democrático no dispone de esos recursos y
tiene que respetar los espacios políticos que le correspondan a una oposición del
origen que tenga y del tamaño que ella alcance siempre que se comporte
democráticamente. Sin embargo, eso no importa para nuestro argumento porque en
esta ocasión de lo que se trata es de definir la estrategia política que nos pueda
conducir a un cambio de régimen en Venezuela y es en este tema en el que quiero
insistir que hay que, primero, tener claro cuál es la fuente de poder que
sostiene al chavismo incluso en medio de
la gran crisis que está viviendo.
El periodo histórico del chavismo en Venezuela calza paradigmáticamente con
la teoría política de Bruce Bueno de Mezquita[1]
según la cual los regímenes se sostienen porque pagan a ciertos grupos
sociales, que él llama “los esenciales”, para que los mantengan en el poder. De
tal manera, la fuente real del poder es el acceso a los recursos públicos con
los cuales comprar el apoyo. Si los pagos se detienen, el apoyo se disipa y el
régimen cae.
La cornucopia petrolera venezolana ha sido y sigue siendo la fuente del
poder chavista. Aunque nunca se sabrá a ciencia cierta cuanto se han apropiado
los chavistas, todos sabemos que las cantidades usadas para comprar apoyo
nacional e internacionalmente han sido descomunales. Con esos recursos es con
lo que han comprado el apoyo de los cubanos y de los militares, que son “los
esenciales”, sin olvidar a Evo, Ortega, Lula, los Kirchner y sus comparsas.
Claro, también crearon vías para que grupos civiles venezolanos allegados se enriquecieran
y entonces colaboraran y siguen distribuyendo dinero a manos sueltas para remunerar
el apoyo de sus masas.
Últimamente los dineros públicos han comenzado a escasear y eso ha obligado
al régimen a echar mano a los recursos del sector privado. De allí se derivaron
la invitación descarada a saquear tiendas, la obligación de reducir precios, la
devaluación del bolívar, las restricciones a las divisas preferenciales, el
inminente aumento del precio de la gasolina y no me extrañaría si proceden a
aumentar los impuestos. Para ellos lo importante es que “los esenciales” no
dejen de recibir sus reales para que el régimen se sostenga.
Una estrategia política de oposición que vaya al mero centro de la fuente
de poder del régimen tendría que tener como elementos fundamentales todas las
acciones posibles para debilitar el abusivo acceso del régimen a los recursos
públicos. Esto suena trivial e ingenuo por imposible pero sin embargo no es del
todo así. Comenzando por concentrar la atención de la oposición en las finanzas
públicas para denunciar los abusos y ejercer toda la presión que se pueda para exigir
la transparencia del gasto y además para designar constitucionalmente al
Contralor, para pedir un presupuesto nacional sin trampas, para cobrar el
situado constitucional, para presionar por el pago de las expropiaciones, para
demandar la renegociación de contratos colectivos, para obligar al pago de las
gigantescas obligaciones cambiarias con las empresas, para hacer que Cuba pague
con dinero el petróleo que se le envía, etcétera, etcétera. Una estrategia así
se potenciaría con el inevitable
deterioro de la situación fiscal causado por el paroxismo de gasto público y la
desaforada apropiación de los dineros que desplegaron en los años recientes por
las campañas electorales y por el agotamiento de la economía populista. Una estrategia
así conllevaría que los agentes económicos, consumidores y productores,
inevitablemente competirían contra el mal uso de los recursos públicos que
sostiene a Maduro.
[1]
Bueno de Mesquita, B. & Smith, A.; “The Dictator´s Handbook”, Public
Affairs (Perseus Books Group), New York 2011