Un Campus Musical en Barquisimeto
por Carlos M. Añez
Parma, 24 de mayo 2014
Hace unos
días le comenté en Facebook a Gabriela Montero que es necesario aplicar la
moderación y mesura en la vida y que, una vez expresadas las críticas a la
falta de solidaridad de J.A.Abreu y G.Dudamel
con la resistencia venezolana, había que dejar el tema y no perseguirlos por
eso. Hoy me entero del proyecto de “campus” para las orquestas juveniles que
están planificando construir en Barquisimeto y me doy cuenta que ahora es a Abreu
y a Dudamel a quienes debo recomendar ejercer la mesura en su gestión de El
Sistema.
De la
lectura de las noticias aparecidas en Venezuela se deducen rasgos que definen
al proyecto solo hasta cierto punto por lo que los comentarios que se hagan
deben tener una buena dosis de prudencia. Por ahora se entiende que lo que se
intenta construir es un “campus”. Es decir el equivalente a una ciudad
universitaria para la formación de músicos que incluiría edificios para la
actividad docente, espacios de practica y ensayo, auditorios de varios tamaños,
espacios administrativos, residencias estudiantiles y quizá algunas facilidades
deportivas. Se debe mencionar que en alguna pieza noticiosa se ha indicado que
ese campus seria el centro de El Sistema al cual se vincularían centros
regionales construidos en las principales ciudades del país. Se habla que se
tiene la meta de un millón de jóvenes vinculados a El Sistema a través de esos
centros.
Las
noticias también dicen que se espera que el proyecto sea financiado por el
Banco Interamericano de Desarrollo y que la arquitectura del campus ha sido
encargada a Frank Gehry, el famoso arquitecto norteamericano de origen
canadiense, quien aparentemente ha donado su trabajo al proyecto. Por su parte
el Gobernador de Lara, Henry Falcón, se muestra muy contento con la idea y el
gobierno venezolano ha prometido su apoyo total.
De todo lo
publicado hasta ahora se deduce que el proyecto viene siendo manejado desde
hace tiempo, que aparentemente ya se han tomado compromisos formales con la
asignación de los terrenos, con la escala y el programa de espacios del
“campus” y con los estudios iniciales, incluyendo la participación de Gehry.
Siento necesidad
de opinar sobre este proyecto por varias razones. En primerísimo lugar por ser
venezolano y luego porque amo y admiro El Sistema de orquestas juveniles venezolano,
porque lo he defendido públicamente de toda clase de ataques y porque es uno de
los pocos logros de mi país que han surgido del tesón, la constancia, el trabajo y el amor al
prójimo de unos venezolanos para contribuir a una mejor vida en todo el
planeta. De manera que presento estos comentarios con firme sentido
constructivo confiando en que colaboro con la formación de un consenso nacional
acerca del proyectado campus.
No es
bueno que un proyecto que involucra tantos intereses nacionales este siendo
manejado con tanta confidencialidad y reserva. El sistema de orquestas
juveniles fue creado y conducido hasta lo que es hoy día por J.A.Abreu pero el
proyecto no es de su propiedad. Más aun, ya ni siquiera es solo de Venezuela.
Es ya una idea que pertenece a la humanidad: favorecer en las juventudes la integración
de valores esenciales para la vida humana a través de hacer música
colectivamente. Por eso es necesario abrir el proyecto a la opinión pública
nacional e internacional para acopiar ideas y crear consenso. Por otra parte,
si el proyecto tiene que hacerse ahora entonces debería tener características
que se correspondan al momento histórico que vivimos los venezolanos.
Un aspecto
fundamental a considerar es si la escala que, con ese proyecto, se le esta
asignando al Sistema es la que corresponde a un país en el estado en que se
encuentra el nuestro. Soy un amante de la música desde niño que, además de
disfrutar de su belleza, comprende los beneficios psico-sociales que ella
ofrece al ser humano. Somos testigos de la maravillosa influencia que ha tenido
la actividad musical en los jóvenes que El Sistema ha captado pero “no solo de
pan vive el hombre” y no solo la música ha hecho de la humanidad el portento
que sin duda ha mostrado ser. Ademas de las bellas artes, que incluyen la
música, también la ciencia, la filosofía y sobre todo, el trabajo han sido las
bases del esplendoroso desarrollo de la raza humana. No creo que haya duda de que
para salir del lastimoso estado en que el régimen militar de los últimos 15
años ha llevado a Venezuela habrá necesidad de un enorme esfuerzo de trabajo,
de consenso político y de políticas inteligentes. En ese contexto, la prioridad que tienen las
artes es alta pero no es la máxima. Las actividades para sustentar la vida y
generar el crecimiento económico deberán prevalecer en la asignación de
recursos por largo tiempo. Por eso el Sistema deberá mantener su lugar en la
estructura educativa de la nación pero su costo deberá permanecer en un rango
razonable competitivo con el resto de tareas de la educación. Ademas de música
y cultura necesitaremos ciencia, destrezas técnicas, información y sobretodo,
empleo… y para todo eso se necesitan recursos.
Si para
financiar el centro que se proyecta se obtienen donaciones internacionales pues
bienvenido sea pero si el financiamiento es el que se menciona del Banco
Interamericano de Desarrollo mediante algún nuevo prestamo a la República de
Venezuela que aumente el monstruoso nivel de endeudamiento al que el régimen
nos ha llevado entonces lo rechazamos radicalmente. No es posible que con las
dramáticas necesidades de la población venezolana en aspectos tan vitales como
la alimentación, la salud, la energía de uso urbano y doméstico, la seguridad, el
manejo de la basura y el control ambiental nos endeuden más para construir un
campus que hasta ahora no ha sido necesario para llevar al Sistema al
extraordinario nivel que hoy tiene. Es más, el verdadero reto es seguir
desarrollando al Sistema con los recursos que se tienen. Entre las virtudes de
J.A. Abreu que han sido premiadas repetidas veces esta su capacidad de haber
realizado esa obra con escasos recursos negociados con los gobiernos de varios
“turnos”.
Pero el
éxito tiene sus peligros y uno de estos es la perdida de las perspectivas. Con
todo respeto, el peligro de la megalomanía es real y ubicuo. Los iconos dejados
por ataques de ese demonio marcan la geografía de Venezuela. Recordemos el
Hotel Humboldt en El Avila, el reactor nuclear del IVIC, el submarino “Carite”,
el Parque Central en Caracas, el nuevo Panteón, etc. etc. Un hombre con la inteligencia de
Abreu habrá seguramente pensado en esto pero es posible que algunas “pompas y
circunstancias” lo estén comprometiendo. Él se merece el beneficio de la duda.
Hay dos
aspectos que es necesario revisar. Uno es la escogencia de Frank Gehry como
arquitecto del campus. Como saben quiénes
se interesan en el acontecer de la arquitectura contemporánea mundial, Gehry es
uno de los arquitectos “celebrity” en la actualidad. Se trata de un grupo de
diseñadores de edificios, casi todos europeos y norteamericanos y algún japonés,
que extremando la audacia de las formas y los materiales que usan han
construido estructuras llamativas, sorprendentes y comercialmente eficaces para
clientes que necesitan iconos estridentes con fines de mercadeo de sus
localidades. Son los arquitectos de los emiratos árabes, de las ciudades
emergentes y de los gobiernos pantalleros. Antes que arquitectos son diseñadores
de monumentos. Hacen iconos por encargo para deslumbrar y alardear. En mi
opinión, son conceptualmente lo más alejado de la esencia de una idea tan vinculada
a la acción social como El Sistema de Orquestas Juveniles. Asocio mucho más la
imagen de El Sistema a una arquitectura sosegada, poética y sugerente como,
quizá, la del Monasterio diseñado por Jesus Tenreiro en Güigüe.
La
arquitectura de Gehry no va con lo que somos los venezolanos de estos tiempos.
Somos una sociedad en crisis, semi destruida y agobiada con las gigantescas
tareas de reconstrucción que se nos plantean para el próximo futuro. El Sistema está en el centro de nuestras
esperanzas de volver a ser una sociedad con identidad histórica compartida,
objetivos vitales comunes y solidaridad efectiva. El Sistema no es una
curiosidad turística ni un paisaje natural para admirar ni una ruina
arqueológica para mostrar. El Sistema es un recurso social nuestro, venezolano,
que nos enorgullece y que nos hace falta para apoyar a nuestra juventud en su
empresa de reconstruir al país. Hay que quitarle todo rasgo de heroísmo,
arrogancia y petulancia. No necesitamos disfraces, ni maquillajes, ni adornos
ni alardes estructurales como los de Gehry. Necesitamos una arquitectura que
nos transmita un mensaje de paz, de tranquilidad para el estudio, de trabajo
tesonero y humilde aunque de excelencia y que podamos pagar con nuestros
medios.
El punto
importante en esto es que El Sistema es originalmente venezolano aunque su
influencia se haya extendido mundialmente. Es simplemente justo que su sede sea
diseñada en Venezuela por venezolanos. La solución trivial y sencilla ha debido
ser que se convocara un concurso para seleccionar un arquitecto o grupo de
arquitectos venezolanos que llevase a cabo el proyecto. En esta instancia no
hay intereses de mercadeo internacional que necesiten la participación de un
“celebrity” para atraer la atención ni de turistas ni de mecenas ni de
patrocinadores de ninguna especie. Los líderes del arte musical
venezolano le deben solidaridad y respeto a los practicantes del arte de
arquitectura de su propio país. Es cuestión ética.
Se ha
dicho que el campus tendrá una sala llamada sala Dudamel. Si eso fuese cierto,
se estaría cruzando otro límite ético que por lo menos sorprende que no se le respete.
Lo convencional es que los monumentos, las avenidas, los iconos se les designen
con el nombre de algún personaje cuando con el tiempo a este se le reconocen
virtudes y obras valiosas para la comunidad y se desea honrar su memoria. Gustavo
Dudamel es un gran director de orquestas. Es el mejor que hemos tenido en
Venezuela. Ha sido reconocido mundialmente como una estrella de ese arte y hemos
admirado que lo haya demostrado desde tan corta edad. Gustavo Dudamel tiene una
carrera excepcional. Va por un brillante camino pero le faltan muchos años para
mostrar una obra artística completa y de valor indiscutible. No parece este el
momento de darle más honores a pesar de su altísima competencia artística. No
es elegante que promueva ese proyecto para darle su propio nombre como si fuera
Donald Trump. Por otra parte, ¿Por qué Dudamel? ¿Por qué no otro de los
excelentes directores o músicos formados por El Sistema? ¿Es porque fue el
primero en alcanzar fama? ¿Y al resto de héroes anónimos de El Sistema, los
músicos de la primera generación que ahora son sus maestros no les damos nada?
En fin, en la vida hay que tener mesura y moderación como le dije a Gabriela
Montero.