3/09/2016

FRAUDE EN EL TSJ

Por Carlos M. Añez

9 de marzo 2016

Yo no soy abogado pero me gusta leer las leyes para enterarme y poder razonar. En estos tiempos de crisis se me ha hecho aun mas necesario acudir a los textos originales para entender lo que está pasando. Tengo particular agradecimiento a juristas expertos como el Dr José Ignacio Hernandez quien en Prodavinci nos favorece con brillantes y clarisimas explicaciones de los aspectos legales de los asuntos del dia.

Ahora, lo que no entiendo es por que la Asamblea Nacional se toma tanto tiempo para revocar la designación de magistrados al Tribunal Supremo ejecutada en diciembre. Hace casi un mes la Comisión especial presentó un informe en el que se identifican 17 faltas cometidas en esas designaciones y todavia no han hecho nada. Tales faltas pueden clasificarse en dos grupos. Primero se encontraron las faltas de procedimiento las cuales consistieron en irrespetos a las normas de selección de candidatos y en violación de los plazos legalmente establecidos y luego se identificaron las faltas en las calificaciones que los candidatos tenian que cumplir según la Ley para ser considerados y designados.

Las faltas de procedimiento invalidan el proceso ejecutado por la Asamblea anterior y de por si justifican y autorizan que la nueva Asamblea revierta las decisiones de diciembre. Por su parte, las faltas de calificación refuerzan la necesidad de revertirlas pero en su caso involucran no solo a la Asamblea anterior sino que implican responsabilidad personal de los designados.

La Constitución y la ley del TSJ establecen las siguientes exigencias para los candidatos a ser designados magistrados:

1.       Tener la nacionalidad venezolana por nacimiento.

2.       Ser ciudadano o ciudadana de reconocida honorabilidad.

3.       Ser jurista de reconocida competencia

4.       Gozar de buena reputación,

5.       Haber ejercido la abogacía durante un mínimo de quince años y tener título universitario de postgrado en materia jurídica;

a)      o haber sido profesor universitario o profesora universitaria en ciencias jurídicas durante un mínimo de quince años y tener la categoría de profesor o profesora titular

b)      o ser o haber sido juez o jueza superior en la especialidad correspondiente a la Sala para la cual se postula, con un mínimo de quince años en el ejercicio de la carrera judicial, y reconocido prestigio en el desempeño de sus funciones.

6.       Estar en plena capacidad mental.

7.       No haber sido condenado penalmente

8.       Ni haber sido sancionado por responsabilidad administrativa

9.       Renunciar a cualquier militancia político-partidista,

10.   y no tener vínculo, hasta el segundo grado de consanguinidad o el tercer grado de afinidad, con los Magistrados  del Tribunal Supremo de Justicia, con el Presidente de la República, el Vicepresidente Ejecutivo de la República, los Ministros, el Fiscal General de la República, el Defensor del Pueblo, del Defensor Público General, el Contralor General de la República, los Rectores del Consejo Nacional Electoral y el Procurador General de la República.

11.    No estar unido por matrimonio ni mantener unión estable de hecho con alguno de los Magistrados 

12.   No realizar alguna actividad incompatible con las funciones y atribuciones de los Magistrados

13.   Tener título universitario de especialización, maestría o doctorado en el área de ciencia jurídica.  (repite la Constitución)

14.   Los Magistrados  del Tribunal Supremo de Justicia son responsables personalmente por los delitos o faltas que cometan con ocasión del ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las demás  responsabilidades a que haya lugar de conformidad con la ley.

Esta última disposición, que significativamente se incluye al final de la lista de exigencias en la Ley del TSJ y es absolutamente logica y justificada, implica que los candidatos teniendo la obligación de cumplir con las exigencias para incluso ser propuestos como tales, son responsables de presentar sus credenciales de manera certificada, honesta, veraz y transparente.  En el caso de que algun candidato no posea una de las calificaciones exigidas y sin embargo se presente y se proponga para ser designado deberia ser rechazado pero si es seleccionado comete un delito de fraude porque se supone que engañó al juez o funcionario que lo designa.

En una página web venezolana de temas juridicos encontre la siguiente referencia proveniente de una sentencia del TSJ de 2014:  “para que determinado comportamiento configure el delito de fraude procesal, se requiere que quien pueda inducir a error a una autoridad tenga el deber jurídico de decir la verdad o de presentar los hechos en forma verídica, esto es, el fraude procesal se presenta cuando una persona interesada en resolver determinado asunto que se adelanta ante alguna autoridad judicial o administrativa, provoque un error a través de informaciones falsas, todo ello con la finalidad de obtener un beneficio, el cual no habría sido posible si la información ofrecida hubiere correspondido a la verdad”.

Repito, yo no soy abogado pero esto, en buen castellano, me indica que los tipos que lograron ser designados magistrados cometieron “fraude procesal” . Si no es así, pues espero que un buen abogado me lo explique. Adicionalmente, si los diputados que procesaron las designaciones estuvieron conscientes de las faltas de calificaciones, entonces ellos cometieron un delito similar al cohecho. De todos modos, los diputados estan cubiertos por su inmunidad y procesarlos por eso es complicado, pero con los magistrados espurios no es lo mismo.  Si se considera que fueron validamente designados, su delito de fraude se torna de condición “continuado” que lo agrava y lo hace propicio para ser denunciado ante el Poder Ciudadano o Consejo Moral para que lo califique y asi proceder a su remoción y enjuiciamiento.  

La Ley del TSJ establece entre las causas graves para la remoción de magistrados precisamente lo siguiente:  “15.- Cuando hubiere suministrado datos falsos con motivo de su postulación comoMagistrado o Magistrada a la fecha de la misma, que impida conocer o tergiverse el cumplimiento de los requisitos exigidos en la presente ley y en la Constitución de laRepública Bolivariana de Venezuela.”(Art.62, renglón 15)

Claro, me van a decir ingenuo porque el Poder “moral” está controlado por el gobierno. Pues me parece que el Contralor, la Fiscal y el Defensor deben tomen la responsabilidad de negar la consumación de esos delitos ante evidencias tan claras. Lo que no creo que debería suceder es que la nueva Asamblea no haga nada como parece que es lo que van a hacer.

Si se considera que no estan válida y legalmente designados y por lo tanto no son magistrados,  pues simplemente hay que denunciarlos ante la Fiscalia General por sus delitos. ¿Que la señora Fiscal no hará nada?, … pues que tome esa responsabilidad que algun dia se le reclamará y mienras tanto los espurios de convierten politicamente en jarrones chinos a quienes no se les tome en cuenta. 

Hay alguien que me está muy cercana que siempre me dice en estos casos: “..¿y para que hacer eso si despues no pasa nada y todo sigue igual?”. Yo respondo: “ si que algo pasa y se acumula”.


3/07/2016

Respuesta a un comentario de Werner Corrales en Facebook - 3 de marzo 2016



Hace unos dias escribí un comentario en uno de los interesantes debates que ocurren a continuación de los artículos publicados en el magnifico blogg Caracas Chronicle.com. En él le argumentaba a uno de los comentaristas que en mi opinión la MUD estaba actuando en la Asamblea Nacional demasiado lentamente y que eso estaba dejando la iniciativa al gobierno y causando pérdida de posiciones políticas. Pues bien, el Tribunal Supremo ha confirmado mis temores con su desvergonzada sentencia sobre la posibilidad de revocar la designación de magistrados hecha en diciembre pasado. Hoy coincidió conmigo Werner Corrales.

En mi opinión, es inexcusable que para hacer lo que tenían que hacer, revocar la decisión, la MUD se haya tomado dos meses para aprobar solo un informe sobre el asunto. Con solo leer lo que el constitucionalista Jose Ignacio Hernandez ha publicado desde fines de diciembre en Prodavinci y leerse los articulos pertinentes en la Constitución y las leyes habría sido suficiente para denunciar los 17 y mas errores, abusos y fraudes cometidos por la Asamblea chavista y por supuesto, era lo suficiente para decretar la nulidad de la designación y abrir un nuevo proceso. ¿para que se necesitaban dos meses y tanto tejimaneje para escribir un informe que hasta los propios chavistas sabian que iba a contener? Ahora, los propios perpetradores del fraude se han encargado de ponerse a si mismos un sello de legitimación con una sentencia formalmente formulada para presentarla ante el mundo. 

En Ginebra anda la Rodriguez acusando a la oposición de decretar una amnistía violadora de los tratados de derechos humanos. Eso es lo que se llama jugar arreao, sin tanto escrúpulo y como corresponde a la situación histórica de emergencia que se esta viviendo.

Si la Asamblea hubiese decretado la revocación de los actos de la Asamblea de diciembre con la información que en enero se tenía, ¿Quién habría protestado? …nadie, ni la ONU, ni UNASUR ni la OEA … solo los magistrados espurios y los chavistas pero, y este es un gran pero, habrían chillado desprovistos de la legitimidad que ahora tienen sostenida (aunque precariamente) por los dos meses que los dejaron actuar y unas sentencias emitidas con todas las formalidades cumplidas aunque sean unos bodrios vergonzosos de inmoralidad legal e intelectual.

Una vez escuche una entrevista que le hacia un periodista venezolano a un pran en una cárcel y el malando le decía al periodista que ellos, los malandros, nos tenían dominados porque nosotros los honestos andábamos con todas esas tonterías de cumplir las leyes, el debido proceso, los derechos humanos y otras "pistoladas" y ellos no le paraban a nada de eso. Bueno, yo no estoy diciendo que nos convirtamos en criminales para combatir el crimen . Lo que estoy diciendo es que el pran nos hace pensar que no tenemos porque ser tan papistas.

Y además, hay que actuar mas rápido. La Asamblea no ha aprobado sino una ley, la de la propiedad de los apartamentos otorgados por el gobierno. Ni uno solo de los funcionarios llamados a interpelación acudió a la cita y la Asamblea no los denunció, ni los multó ni pareció ofendida. Si a mi el Presidente del Banco Central no viene a mis convocatorias desde la Asamblea, yo me presento en su oficina con la Comisión completa y si no me atiende lo voy a buscar en la noche a su casa y si todavía no me atiende lo mando a buscar con una patrulla de la Policía de Chacao y veremos que pasa. La MUD está todavía discutiendo la amnistía desde hace mas de seis meses antes de las elecciones y todavía andan haciendo una encuesta preguntando ¿sabe Ud. que es Amnistía? ¿Sabe Ud si hay presos políticos en este país? ¿cree Ud que debemos aprobar una amnistía?  ¿Para que se necesita esa encuesta?   Si Diosdado Cabello hubiese usado ese método ya estaría preso.

¿Qué tanto perfeccionismo? ¿no se dan cuenta que no hay tiempo que perder?  Hay que actuar con EFICACIA. El objetivo es alcanzar URGENTEMENTE los  resultados que tanto se necesitan. Hay que pasar al ataque.

12/29/2015

“LAS BASES ETICAS DEL PROGRAMA DE GOBIERNO”

En junio de 2004 escribi una carta a un amigo que estaba vinculado a la Coordinadora Democratica presentandole mis  augumentos a favor de darle un lugar destacado a los valores eticos en el programa de gobierno que se estuvo estudiando en ese entonces.  Con motivo de lo acontecido el 6D he creido oportuno ofrecer ese texto a un publico mas amplio porque creo que son ideas que tomaron nuevamente vigencia.  


Amigo,
He visto en la prensa que en el Comité Político de la Coordinadora Democrática estás encargado del trabajo de definir el “Consenso País”. También leí tu artículo del El Universal de la semana pasada y de allí también entiendo que estás ocupado de alcanzar la formulación de un programa de gobierno para el período inmediatamente siguiente al actual. Permíteme entonces desde mi humilde posición de ciudadano común y de la muy honrosa de ser tu amigo comunicarte algunas ideas o más bien aspiraciones que se me han ido haciendo cada vez más fuertes viviendo en este oprobioso tiempo del chavismo.
Desde hace mucho tiempo hemos escuchado el reclamo de amigos y enemigos que le piden a la Coordinadora Democrática que defina su oferta política y que le diga al pueblo cuál es su programa de gobierno para que se pueda apreciar que es mejor que el de Chávez. En el reclamo subyacen temores de que el programa de la Coordinadora no tenga elementos “de acción social” suficientemente competitivos con respecto a los que está ejecutando el gobierno a través de las “misiones” y que termine siendo un conjunto de lugares comunes de políticas públicas de corte demagógico y populista con poca credibilidad y “punch” político. Claro, esos temores están generados por el convencimiento de que el desastre chavista resultó de procesos políticos que no atendieron el agravamiento de la pobreza y la marginación de grandes masas y que cualquiera que sea el gobierno deberá asignar recursos masivos para programas sociales. Es decir, tienen claro de que de esas mayorías empobrecidas hay que ocuparse urgentemente.
Esto justifica tu posición de que, en lo del programa,  primero que todo debe estar “la reactivación de la economía y un fuerte acento social” seguidos de “la gobernabilidad” y la escogencia del líder. Con esos componentes yo estoy de acuerdo. No obstante, siento que en eso hay una ausencia imperdonable que estridentemente reclama por ser incluida. Son las bases éticas de la acción de gobierno las que faltan. En mi opinión, lo primero que hay que ofrecer al pueblo venezolano es un gobierno capaz, honesto, equitativo, justo, compasivo, responsable, cumplidor, austero y en general decente. Hay que comprometerse con el pueblo de que para administrar y ejercer las funciones públicas, se escogerán a los mejores y no a los incondicionales. Hay que prometer, aunque no debería ser necesario, que se perseguirá y castigará el crimen, que se dirá la verdad, que no se ocultará información, que no se usarán los recursos públicos para fines privados y que la gestión será ciertamente transparente. En pocas palabras, hay que prometer lo obvio: que el gobierno cumplirá la Constitución y las Leyes. Prometerlo nos destaca de Chávez no por lo que él ha dicho sino por lo que ha hecho.
No solo es esto lo que Venezuela necesita desesperadamente sino que además es lo que verdaderamente diferenciaría la oferta democrática de la de Chávez. Por la vía de la definición novedosa de programas sociales no se logra diferenciación. En última instancia,  ellos son aspectos administrativos y de asignación de recursos de la acción de gobierno cuya pertinencia y eficacia relativa dependen poco de lo novedoso de su formulación y que, si están respaldados por voluntad política, tienen probabilidades de éxito que se fundan en la calidad profesional y sobre todo ética de los administradores de turno.
No estoy diciendo que no hay que formular y explicar un programa económico y social como oferta política. Lo que estoy destacándote es que se deben incluir las  bases éticas para diferenciar políticamente esta última.
Aparentemente, cuando tu mencionas los compromisos para dar al nuevo gobierno la “capacidad efectiva de tomar decisiones” o sea “la gobernabilidad”, te estás refiriendo a la reconstrucción institucional que habrá que hacer después del cataclismo chavista que ha afectado todos los ámbitos de la vida nacional. Esa tarea no va a ser nada fácil porque, a pesar de que no creo en chavismo sin Chávez, los delincuentes que han secuestrado nuestras instituciones en nombre de la robolución se enquistaran en sus cargos y crearan muchos obstáculos a la rehabilitación nacional antes de poder ser removidos. Recuerda que deberán ser removidos respetando la Constitución y las Leyes. Nuestra honestidad e integridad no puede depender de que los chavistas no fueran honestos ni íntegros. Nuestro apego a la democracia es de mucho más profundidad y alcance que el traspié histórico de la bacanal de inmoralidad chavista. Por otra parte, no tenemos posibilidad de revocatorios para magistrados del TSJ ni para fiscales, contralores y similares y los que teníamos para diputados los desperdiciamos lamentablemente.
Precisamente por estas realidades es muy importante el énfasis que el nuevo liderazgo que conduzca la reconstrucción tenga bases morales y éticas inconmovibles que se hagan explícitas y se le garanticen al pueblo. La lucha contra las crápulas intelectuales que Chávez dejará atrás en las instituciones del Estado tendrá mucho más éxito si quienes la conduzcan se sustentan en principios morales y éticos de valor universal y no negociables.
Me preocupa sonar a cura moralista y fundamentalista porque no lo soy. Me apresuro entonces a pedirte que te des cuenta que estas posiciones mías responden, por supuesto, a mis propias posiciones éticas pero en este caso se derivan de observaciones y reflexiones realistas sobre lo que ha sido la causa principal del fracaso político del chavismo: su falta de ética, su dependencia del engaño, del abuso de poder, del robo y de la trampa para lograr sus objetivos. Es por eso por lo que perdió tanto pueblo y es contra eso que debemos diferenciarnos.
Había pensado escribir un artículo sobre esto y pedirle a Elides Rojas que me lo publicara. Sin embargo, como participo de lo que tu denominas “la voluntad inquebrantable de la unidad”, he temido que opinar abiertamente sobre este tema pudiera alimentar divisiones en la oposición que hacen daño a nuestra causa. Nada más lejos de mis intenciones. Así que preferí esta vía más privada de escribirte a ti con copia a algunos amigos míos.
Un gran abrazo

Carlos M. Añez

29 de junio 2004

1/10/2015

BAKER, GEOFFREY; “EL SISTEMA: Orchestrating Venezuela´s Youth”, Oxford University Press, Oxford, UK, 2014  

Un comentario por  Carlos M. Añez



(Apenas a unas horas de haber terminado de escribir este comentario, el Dr. Baker me envió su respuesta ( https://geoffbakermusic.wordpress.com/el-sistema-older-posts/response-to-carlos-m-anez/.) a las observaciones que yo había hecho en mi blog en diciembre. Procedo de todos modos a publicar este texto porque no quiero usar la oportunidad para emendar a posteriori alguno de mis errores que él señala)

El musicólogo inglés Geoffrey Baker, como se esperaba, publicó  a principios de diciembre su libro sobre el sistema de orquestas juveniles en Venezuela.  Como muchos saben, unas semanas antes Baker había publicado en el diario The Guardian, de Manchester un artículo en el cual presentó una selección suya de los argumentos que había desarrollado en el libro. Su escogencia de los puntos más controversiales estuvo dirigida a llamar la atención probablemente para incentivar las ventas del libro. Quienes nos veníamos ocupando de ese tema reaccionamos de inmediato, por supuesto sin haber leído el libro. Los críticos del sistema se apresuraron a apoyar a Baker en sus anunciadas críticas y el resto protestamos porque sin tener evidencias Baker hubiese hecho denuncias escandalosas. Claro, el problema fue el artículo de Baker que además fue seguido por otros de periodistas ingleses entusiasmados por la aparición de un jugoso caso de iconoclastia.
Había que esperar el libro. Yo lo esperé y lo leí. Como resultado escribí mis observaciones y las publique en mi blog ( www.cmaopinion.com ). Escribí en inglés para asegurarme que Baker, quien de todos modos y aparentemente habla español, me entendiese cabalmente. Sin embargo, hay gente que me ha pedido que lo traduzca y eso da flojera. Decidí más bien escribir otros comentarios en español y esos son los que ofrezco a continuación tratando de hacer en tres páginas una revisión de un libro de 362 páginas.
Baker dice que decidió estudiar El Sistema después de oír a la Sinfónica Juvenil en su presentación de Londres en agosto 2007. Sin embargo, como era de esperarse, Baker se encontró con el gran obstáculo de la falta de datos e información factual oficial sobre El Sistema y no le quedó otro recurso que apelar a la “etnografía”, método usado por antropólogos para estudiar y describir culturas, especialmente primitivas, en ausencia total de documentos y registros históricos. Ese método está basado fundamentalmente en el acopio de información en el campo con interacciones personales del investigador con los miembros de la comunidad estudiada. En este sentido y por lo poco que yo sé de cómo funciona ese método, en mi opinión Baker hizo un excelente trabajo excepto que aparentemente no entrevistó a partidarios de El Sistema por lo que las opiniones y visiones de estos no fueron tomadas en cuenta. Eso, en mi opinión, debilita el sustento de los argumentos de Baker tal como se lo han hecho saber algunos otros comentaristas en la prensa británica y norteamericana.
El foco principal del trabajo de Baker está en desmontar y desvirtuar la idea de que El Sistema es un programa de acción social entendido como esfuerzos para “rescatar” jóvenes del peligroso y deprimente mundo de la pobreza y la marginalidad a través de captarlos para hacer música en orquestas, grupos de cámara y otros colectivos. Una proporción exagerada del libro es dedicada a este tema. Baker argumenta que no solo la educación musical clásica no tiene efecto sobre la condición socioeconómica de la mayoría de los alumnos sino que más bien les consolida el sometimiento a la autoridad, les reprime la creatividad y les refuerza la imagen de la música como espectáculo con todos sus indeseables elementos comerciales y de explotación capitalista. Como se ve, estas son posiciones radicales con basamento de tipo ideológico.
Aunque obviamente los conoce, Baker desestima los orígenes de naturaleza más bien artística y cultural del proyecto de Jose Antonio Abreu y se centra en la fase de su historia en la que este inventa el truco de asignarle nominalmente objetivos de acción social a El Sistema para ganarse el apoyo del régimen chavista. Probablemente, Baker da tanta importancia a  ese aspecto porque es el que ha sido más destacado en el exterior para asignarle excesivo prestigio y demasiados premios pero al hacerlo se ubica paradójicamente en el gran sector de los que han sido desorientados por el populista mensaje de Abreu promoviendo los beneficios sociales del Sistema.
El otro foco del interés de Baker es la propia figura de Abreu. No solo la proporción del texto dedicado a describirlo está también algo desbordada sino que además aparece por todos los vericuetos de los argumentos. Hay un comentarista norteamericano que la califica de “overkill”. No incluye nada que no hubiésemos conocido en Venezuela dada la condición pública del personaje y dado que Baker se alimenta de las mismas fuentes de información nuestras. Abreu queda en el libro de Baker como un político venezolano ambicioso, autoritario, egocéntrico, manipulativo, arrogante, inescrupuloso, vengativo, aficionado al secreto e intolerante de la crítica. Su religiosidad católica, su conservadurismo y su elitismo según Baker explican su comportamiento  y este a su vez es coherente con la manera como se ha desarrollado El Sistema y como funciona en la realidad.
Al pobre Dudamel le da duro. Sus virtudes musicales no son ni siquiera mencionadas por Baker. Es presentado como un talentoso miembro de El Sistema arbitrariamente seleccionado por Abreu que decidió someterse exitosamente a su autoritarismo y que por obra y gracia de una eficiente maquinaria de relaciones públicas y mercadeo logró entrar en el exclusivo mundo del jet set de música clásica mundial y ese, para Baker, fue su error pues eso lo convirtió en un conspicuo explotador del negocio de la música como espectáculo que no se avergüenza de recibir ni los 1,4 millones de dólares de la Sinfónica de Los Ángeles ni los jugosos honorarios por presentaciones en festivales de prestigio. Sin embargo, lo que más rechaza Baker es que Dudamel se haya asociado a la industria global de la música representada en este caso por nada menos que la Deutsche Grammophon que explota sin escrúpulos el negocio de la música grabada, ese al que tantos como yo necesitamos para acceder a la buena música mundial.
En cuanto al funcionamiento de El Sistema Baker describe lo que se me ocurre llamar “otro de los infiernos venezolanos”, no tanto por lo infernal sino por aquello de que cuando llegaba el tobo, el guardia no aparecía y cuando llegaban estos dos entonces la porquería se había acabado. El no dispone de cifras por lo que nada puede probar ni concluir pero haciendo uso de su etnografía, es decir de los rumores, quejas, chismes y confidencias que obtuvo de sus entrevistados, se atreve a proponérselos al lector como la imagen más cercana a la verdad que es posible obtener. Claro, siendo uno venezolano sabe que las cosas deben ser más o menos tan caóticas como él dice pero para los lectores extranjeros eso debe ser una desagradable sorpresa que simplemente los hará quizá ser más prudentes a la hora de opinar sobre El Sistema.
En cuanto trabajo de investigación, el libro de Baker tiene magnitud cercana a una disertación para un doctorado. En efecto, visitando su website ( https://geoffbakermusic.wordpress.com/ ) se da uno cuenta de que puede estar orgulloso de ese trabajo. La información empírica sobre El Sistema esta estudiada con referencia a una base teórica musicológica muy seria y académica aunque sea sesgada ideológicamente.  La nutrida bibliografía indica un trabajo de estudio e investigación extenso y con tendencia a la profundidad. En otras palabras, es un trabajo admirable, serio y respetable… aunque uno no esté totalmente de acuerdo con él. 
El análisis y las interpretaciones de Baker están marcados por su ideología.  El fulcro fundamental de su posición ideológica es su antagonismo a la autoridad. Sus anatemas son la dominación, el sometimiento, la esclavitud y demás variedades de autoritarismo. De allí parte para trazar una ruta filosófica particular para el objeto de su estudio: la música. Sin amortiguación, sostiene que la música clásica[1] fue creada en ámbitos autoritarios, fue usada para la dominación por los poderosos y para la colonización por los misioneros religiosos y todavía en nuestro tiempo forma parte de las aspiraciones de dominación de la cultura europea en el mundo. De esos orígenes surge la naturaleza de la educación musical clásica basada en largas sesiones de ejercicios repetitivos dirigidos por maestros tiránicos que intentan desarrollar un virtuosismo anti natural  y apagar la creatividad en los alumnos. Para completar, entre los esquemas para hacer música colectivamente, hay uno que particularmente exacerba el autoritarismo inherente en la música clásica: la orquesta sinfónica. Eso se debe a la necesidad de la orquesta de ser dirigida por un director todopoderoso que aplasta toda tendencia a disentir entre sus músicos.
Tal posición es a todas luces radical, aunque cierta amiga mía no crea que Baker lo sea. Es fácil imaginarse el camino argumental que resulta al aplicar esa visión para evaluar El Sistema en su periodo chavista. Casi que termina siendo redundante el esfuerzo de Baker por sustentar sus argumentos con las “evidencias” empíricas  recogidas en Venezuela. El esquema lógico se ensambla automáticamente, así: La orquesta sinfónica es el paradigma del autoritarismo en el ámbito de la música. El Sistema es creado y desarrollado en base a la orquesta sinfónica. Los jóvenes que capta son formados con los métodos autoritarios de la música clásica basados en la figura del maestro dictador y disciplinario. Se genera así una situación de explotación de los músicos inaceptable que, en primer lugar, ha sido comprobada por estudios académicos sobre la penuria laboral de los integrantes de grandes orquestas y que además,  refleja y refuerza la naturaleza injusta y expoliadora del capitalismo la cual se concreta a plena luz en la desigualdad de prestigio y remuneración de los directores y solistas del jet set musical con el resto de los músicos y en los intereses del negocio de la música en el mundo.  Finalmente, ese esquema es coherente con el recorrido histórico del proyecto de José Antonio Abreu con El Sistema en Venezuela especialmente en su periodo chavista. …Voilá! 
Tal argumentación explica por qué El Sistema fue apoyado inicialmente por los sectores elitistas en Venezuela - que por elitistas conviven bien con el autoritarismo- y posteriormente, dejó de serlo cuando Abreu intentó redefinirlo con ropaje izquierdoso de acción social haciéndolo chavista. Por esto es que quienes admiramos y apreciamos El Sistema por su valor cultural y musical, quedamos en total aislamiento y confusión.
No se puede terminar de comentar el libro de Baker sin destacar la valiosa sistematización de sus problemas que él hace. Sus señalamientos sobre el centralismo de su gestión, sobre sus métodos de captación, sobre su deficiente administración, sobre las desigualdades sociales internas que reproduce, sobre su dilapidación de recursos escasos, sobre su falta de transparencia, entre otros,  deben ser tomados como referencias para algún eventual esfuerzo de renovación y reorientación pero nunca de liquidación. La revisión comparativa con otras experiencias similares y asociadas en otros países son excelente material para reflexión y acción futura.
Guaynabo, Puerto Rico, enero 2015



[1] Uso la calificación de “clásica” en el sentido de música no popular que incluye la del periodo que va desde la aparición de la polifonía hasta nuestros días.

12/27/2014

MI CV (por solicitud de lectores)

Curriculum Vitae
Carlos Manuel Añez Di Prisco

2014

CI Nº:   V-1.848.845   
Nació: Puerto Cabello - Venezuela  24 enero 1938
Educación Primaria y Secundaria: Colegio La Salle - Barquisimeto and Caracas
Educación Superior: Ingeniero Civil, 1959  Universidad Central de Venezuela - UCV
Post grado:
Doctor of Philosophy, Historia y Estudios Sociales de la Ciencia, Universidad de Sussex, 1973-1978 (1980); Doctoral disertación: “International Transfer of Technology for Oil and Gas Exploration and Production with special reference to the Venezuelan oil industry.”
Master en Planificación Económica y Regional , Cendes-UCV, 1966 - 67
Diploma (Estructuras de Concreto Armado) Politécnico di Milano,  Italia, 1963

Idiomas : Español, Inglés, Francés e Italiano

EXPERIENCIA PROFESIONAL   

1960 - 1962:           Sub-director Conservación y Mantenimiento UCV, Caracas
1962 - 1965:           Director Oficina Planificación de Construcciones, UCV, Caracas
1968 - 1969:           Jefe de Planificación, Gerencia Planificación, CANTV, Caracas
1969 - 1972:           Secretario Ejecutivo del CONICIT; Caracas
1978 - 1986:           Vice-Presidente - Grupo Formiconi - Construcciones  petroleras y fabricación de calderería pesada.
1986 - 1988:           Director Técnico - OTEPI, C. A. –Ingeniería proyectos de plantas petroleras, siderúrgicas e industriales.
1988 - 1990:          Director de Proyecto - Construcción de edificio en Porlamar.
1990 - 1992:          Director General de FINTEC  Fondo de financiamiento de Innovación Industrial
1993 - 1996:          Presidente de FLP de Venezuela CA Lodos de perforación y control de sólidos
1995 - 1996:          Miembro de la Junta Directiva (Director Externo) - SIDOR-
1996 - 1999:          Fundador y Presidente de DEKANTER SERVICIOS AMBIENTALES C.A.,  Control de sólidos y manejo de desechos de perforación de pozos.
2002 – 2011           Director Junta Directiva de SIVENSA y subsidiarias- Grupo privado de empresas  manufactureras de productos de hierro y acero.
1999 a la fecha       Consultor independiente Estudios, análisis, evaluaciones y reestructuración de negocios.  

CARGOS ACADEMICOS

1961 - 1967:     Instructor,  Departamento de Estructuras, Facultad de Ingeniería, UCV
1963 - 1965:     Profesor Asistente, Análisis Estructural, Facultad de Arquitectura, UCV
1973 - 1975:     Junior Research Fellow, Science Policy Research Unit, SPRU, University of Sussex, Sussex, UK
1975 - 1978:     Profesor Investigador, CENDES, UCV
2005 – 2008: Profesor Contratado – IESA - Caracas

12/24/2014

SELECCIÓN DE VIEJAS NOTAS GASTRONÓMICAS (Nostalgia caraqueña) Por Carlos M. Añez

NOTA GASTRONÓMICA  26 marzo 2004
Hoy estuve almorzando con Esther, mi mujer, en el restaurante Le Gourmet del Hotel Tamanaco. Tenía tiempo interesado en probar esa cocina porque me habían dicho que era de las mejores de Caracas en la actualidad.  ¡Bingo!  Se trata de alta cocina de verdad. No es, como dicen algunos, cocina clásica francesa aunque ese paradigma está presente en, por ejemplo, la “reduccion” para construir salsas, el “confit” para glorificar carnes y el “amuse-bouche” para despertar el apetito. Se trata de cocina de ahora, de la que están haciendo los jóvenes de esa pléyade de cocineros venezolanos al regreso de sus expediciones culinarias formativas en el exterior.
Nos ofrecieron un amuse-bouche formado con unos mini-crocantes montados con cebolla caramelizadas en un platillo salpicado con el pesto más livianito que se pueda pensar. ¡Delicioso!
Me decidí por almorzar con el “leitmotiv” de pato. Comencé con unos ravioli de pasta aromatizada con cacao y rellenos de un “pisillo” de pato horneado sencillito pero exquisito, con una salsa de vino y quizá hongos, acompañados con unas hojas de espinacas salteadas con piñones. Simplemente espectaculares.
Pero luego me llegó “il capolavoro”. Pedí la “magret” de pato a las tres especies con risotto de nueces y no-me -acuerdo-que-más que me dejo estupefacto. Paul Launois (así se llama el Chef) hace una reducción de vinos y fondo de pato que tiene el look de la orimulsion y el sabor de la gloria. Luego hace un risotto con arborio y le agrega unas nueces en trocitos y otras transformadas en una crema en el mortero. Cosa seria. Luego toma la “magret” (pechuga)  que debe haber sido marinada al seco con tres pimientas, (no sé si le quita la piel o se la deja porque no la distinguí pero la grasita se la encontré) y la sella al fuego vivísimo, “a point”. Me imagino que, aparte, en el fondo de pato cocina lentamente (braissé) los muñoncitos de las alas que le quedan enteritos pero deshaciéndose. No si me explico.
Finalmente monta el plato con el risotto en el centro coronado por las alitas, el magret cortado transversal en medialuna, la reducción regadita alrededor como hacen estos muchachos de ahora y adorna con unas cuantas tiritas de un tubérculo amarillo o algo parecido “deep fried” que le quedan divinas. ¡Voila!  ¡Sensacional!  ¡Magistral! 
Encontré el servicio muy bueno.  Un poco demasiado cerca, lo que cohíbe la conversación pero amabilísimo y abundante. La cava de vinos contrasta por lo escueta, quizá para mantener la factura baja, pero me hizo falta algo más de selección. Los precios son como los de los restaurantes que hay bajando la colina del Hotel. Felicitaciones y buena suerte
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NOTA GASTRONÓMICA  13 agosto 2004               
Mi hijo Marcelo me envió esta tarde el siguiente mensaje: “Acabo de oír en las noticias que acaba de morir Julia Child.  Tenía 91 años. Para mí, creciendo en esta familia, esa señora es como una tía que nunca llegue a conocer pero que siempre estuvo por ahí presente. Un abrazo. Marcelo”. De verdad que se me salieron lágrimas. Me vinieron velozmente memorias de momentos muy agradables e importantes en mi vida que resultaron así por lo que aprendí de Julia, que me conmovieron y que ahora me llevan a escribir esta nota para mis amigos.
Comencé a cocinar muy joven ayudando a veces a mi abuelo Carlo los fines de semana antes de casarme. Cuando me casé, de inmediato intenté cocinar solo y luego de algunos desastres me di cuenta que no sabía hacerlo. En los años 60, tuve la suerte de vincularme a un grupo de intelectuales amigos de mi tío Rafael que además eran sibaritas, algunos de los cuales sabían cocinar y con ellos, con unas revistas y con mi pasión por la cocina mejoré algo. Mas tarde, en el año 67 se formó el grupo del tenis que llamamos la “Copa Beer Point” cuyos restos todavía subsisten. Los sábados, sus miembros jugaban, tomaban cerveza y almorzaban grandes platos de pasta cocinados por mí bebiendo cantidades pasmosas de vino. Las salsas estaban siempre basadas en un sofrito de cebolla y ajo en aceite de oliva al cual se le agregaban luego latas de tomates pelados y lo que tuviéramos a la mano: atún, sardinas, vongole, chipirones o chorizo. En fin, lo que fuera. Me consideraban un gran cocinero.
Luego vino el post-grado en Brighton (Inglaterra). Allá tuve que cocinar todos los días para mi familia y como tuve la suerte de que coincidieran varios amigos con sendos post-grados en la misma Universidad, instauramos algo parecido a lo que veníamos haciendo en el grupo del tenis de los sábados. Entre los amigos que me acompañaron en Sussex estuvo José Agustín Silva Michelena, gran amigo y gran cocinero. Su esposa, la Chef María Antonia Becerra, fue quien me regaló el primer libro de Julia Child, “Mastering the Art of French Cooking”. Entonces comencé a convertirme en un cocinero de verdad. Me estudié ese libro de tapa a tapa. Llegue a comprar (y todavía tengo) cuatro ejemplares. Uno empastado está en mi biblioteca y tres, en edición de bolsillo, cubren mis necesidades: uno en mi cocina de Caracas, otro en mi cocina de Margarita y un tercero en mi mesa de noche para consultas improvisas o para insomnios. Con la formación que me dio el “Mastering” es como pude llegar a dominar los fundamentos de la alta cocina amateur. Con ellos pude entonces aprender de lo que me ofrecieron muchos otros cocineros en libros, en restaurantes o en sus propias cocinas.
Julia escribió en la introducción de su libro “The Way to Cook” (que, de paso, es el que ahora recomiendo a quien quiera aprender a cocinar) que “Cenar con amigos y familiares queridos es ciertamente una de las delicias mas primigenias e inocentes de la vida que además llena el alma y es eterna”. Así pienso yo. Mi vida se enriqueció por las innumerables ocasiones que mi cocina me hizo posible sentarme a la mesa con gente querida y admirada. A sus enseñanzas las aprecio como el origen de las grandes satisfacciones y alegrías que he tenido en mi vida cocinando para mis amigos, para mi familia y recientemente, para mi nieta Adriana (11) y sus amiguitas de los viernes. Por eso quise tanto a Julia, sin haberla jamás conocido personalmente.
Recordando las dificultades y costos de cenar bien en mi viaje de bodas en 1960 en Estados Unidos, no olvido que Julia es la más importante entre las responsables de que ahora ese país sea de deliciosa gastronomía y tampoco que su influencia se ha extendido en otras geografías incluyendo la nuestra en Venezuela. Honor entonces a la memoria de una gran y generosa maestra de la buena cocina.
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NOTA GASTRONÓMICA  20 agosto 2004
A veces uno se queda solo para almorzar. Cuando me eso me sucede me voy al Restaurante Dena Ona en la Avenida Tamanaco de El Rosal. Trato de llegar temprano para poder encontrar puesto en la barra. Las barras son buenas para clientes solos porque se tiene a los “barmen” para conversar. (Por cierto, en Miami me he encontrado con algunas “barwomen” muy interesantes, “if you know what I mean”)  Después les comentaré más sobre las barras en Caracas.
El Dena Ona es uno de esos viejos restaurantes de Caracas algo decadentes y que no tienen (ni pretenden que tienen) alta cocina ni mucho menos. Simplemente, ofrecen estilos de cocina regionales ibéricos y saben que allá les llegamos muchos caraqueños desde hace años. Mejor dicho, desde hace décadas. El Dena Ona es uno de los mejores. Allí se va a comer cosas elementales archi-conocidas y popularísimas de la cocina tradicional española: tortilla de papas, jamón serrano, chipirones en su tinta, pimientos rellenos, cocido asturiano, mero en salsa verde, crema catalana, quesillo y demás estimulantes de la sed. A veces he encontrado empanada gallega, dorada, olorosa y sabrosísima, preparada por la esposa del dueño en su casa.
Pero a mí lo que más me interesa es lo que hacen los plancheros. A la vista de quienes nos sentamos en la barra en el restaurante debajo de la fila de jamones guindados, está el sitio donde se cocinan a la plancha pescados, mariscos y otras sabrosuras. Hay tres plancheros: Tenorio, el más veterano, y dos más jóvenes que se alternan en turnos de ritmo semanal o quizá mensual. Obviamente por alguna magia comercial, el Dena Ona tiene siempre la pesca más fresca del día: parguitos del tamaño justo, lebranches abiertos, filetes de dorado, ruedas de sierra, de atún o de pez espada, langostinos de cinco pulgadas y cuando viene la temporada, espectaculares langostas vivas que te dan la bienvenida en un estanque al entrar. Disponen también de otras curiosidades como calamares, champiñones, chistorras y los sencillos pinchos de pescado con pimentón y cebolla para quienes estén a dieta.
Todo eso se prepara en unas planchas curadas y mantenidas por muchos años que se calientan a una temperatura tan precisa y adecuada que no vacilo en considerarla como el factor más importante de la calidad de esa cocina. Claro, son Tenorio y sus colegas los que saben cuál temperatura es esa y lo que de allí sale son verdaderas obras maestras del “plancheo”. La barra me permite no solo disfrutar de lo que me llega en el plato sino que además me deja ver como hacen que parezca fácil eso de tomar un parguito, hacerle tres cortes en el costado, aceitar un punto de la plancha, poner el parguito encima, agregarle sal solo por arriba y dejarlo que se dore poco a poco hasta que sin que medie alarma o cronómetro tangible, el planchero volteé el pescado y lo deje terminar de dorar. A un cierto tiempo, que no me he atrevido a medir, el planchero lo declara listo y lo que sale de allí, repito, es una obra maestra: un pescado dorado, “tostaíto” por fuera y jugoso por dentro. Yo acostumbro pedirlo acompañado sólo con papas al vapor, aceite de oliva y limón y a veces pido salsa tártara.
Si alguien ha intentado hacer eso en un sartén en su cocina sabrá que lo que estoy describiendo no es nada fácil. Por bueno que sea el sartén, el pescado se pega, se rompe, suelta jugo y no se dora y suceden toda clase de imprevistos. He probado pescado a la plancha desde que era adolecente, especialmente en Margarita cuando en los años 80 había unos lugares cerca de Playa El Agua que intentaban cocinar pescado a la plancha. Recuerdo uno que se llamaba Shangri La. Que desastre!! Por eso Tenorio y sus colegas del Dena Ona me resultan admirables.
Para completar, la barra atendida por Victor, Antonio y otros veteranos de la cálida y simpática atención venezolana y unos precios moderados hacen del Dena Ona uno de mis llegaderos preferidos.
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NOTA GASTRONÓMICA 2 noviembre 2004          
Siempre me he preguntado por qué en las artes se abandonan paradigmas estéticos que no han sido agotados. Puedo entender que en las ciencias naturales el proceso kuhniano de sustitución de paradigmas de captación y validación del conocimiento sea lo que históricamente ha ocurrido. Después de todo, cada modelo nuevo nos acerca a la verdad. En otras palabras, en las ciencias hay una dirección de progreso que, aunque sea implícita y haya que descubrirla, es válida porque nos resuelve enigmas y nos muestra cada vez más universo. Pero, ¿por qué en música, por ejemplo?  ¿Por qué se abandonaron las maravillosas formas musicales de los siglos XVIII y XIX? ¿Por qué la música contemporánea se hace tan ininteligible? ¿Por qué no pueden convivir paradigmas estéticos competidores?  Pues así mismo me lo pregunto en la cocina, ¿Por qué se van abandonando los patrones de alta cocina que nos condujeron hasta aquí? ¿Por qué no continuar articulándolos y disfrutándolos en su infinito potencial?  Nótese que solo pregunto, no me opongo. Solo quisiera saber por qué el ser humano hace eso.
Afortunadamente hay  gente que parece que piensa en esto. Después de unos seis años, regresé a Le Petit Bistrot de Jacques y me encontré con la grata sorpresa de que la cocina de Marc Provost había continuado “articulando” el paradigma clásico.  Un poco más amplio que mi imagen de bistrot, el restaurante mantiene sus manteles de cuadritos rojos, sus avisos en la pared con “le plat du jour” y sus platos son servidos sin adornos inútiles aunque nítidos y atractivos. Regresé atraído por los menús que, por e-mail, me ha enviado Jacques Bouvet, (el propietario y socio de Provost) cada semana desde hace más de un año y disfruté de la cocina de un maestro de quien la Sauce Bearnaise es la genuina que sabe a estragón y no a perejil marchito pero que es capaz de montar un delicadísimo tartare de langostinos sobre un carpaccio de zanahorias al dente perfecto y coronarlo con un sorbete de limón nada clásico. Sin mayor drama, tal sabroso atrevimiento puede ser seguido por un asado de cordero con una archi-tradicional sauce brune deliciosa, brillante y cristalina y todavía se puede ordenar la famosa ensalada con queso brie cubierto con ajonjolí tostado a la miel que tienen 18 años ofreciéndola.
En los años 70 mi grupo de amigos y yo teníamos afecto quasi religioso por Paris y sus restaurantes. Quien viajara a esa ciudad tenía que llegar contando cuantas estrellas (de la Michelín) traía entre pecho y espalda. Le Grand Vefour de Raymond Olivier era la meca. Sin embargo, había un bistrot que no tuvo estrellas pero que para nosotros valía como si las tuviese. Era el Restaurant des Beaux Arts de Monsieur Poussineau en la calle del mismo nombre, a unos metros de la famosa escuela de bellas artes. En su menú, del cual muchos de nosotros todavía atesoramos alguna copia, estaba todo lo que un bistrot parisien tenía que tener. Desde las coquilles saint jacques hasta la tarte tatin pasando por tournedos au poivre, bouef bourguignon y la soup a l´oignon. Pero era el fabuloso coq au vin de salsa oscura y olorosa lo que nos volvía sus fanáticos. A mi edad ya no puedo cenar con tres platos como esos porque me enfermo, pero no dejo de pensar que esa cocina era, mejor dicho, es maravillosa. En verdad, sus métodos han sido la base de la alta cocina hasta el presente.

Pues, les digo, el Petit Bistrot me recuerda al Beaux Arts con la ventaja de que Provost hace una cocina más liviana que me permite sobrevivir mejor. He ido dos veces.  Una de noche y otra al almuerzo. En la nocturna encontré música viva de dos jóvenes venezolanos que son hermanos. Hombre el pianista y mujer la cantante.  Ofrecen boleritos suaves de Lucho Gatica y Armando Manzanero. Aunque me gustó lo que oí, le pregunté a Jacques que por que esa música y me respondió que después de 18 años, no se aguanta a la Piaff  todas las noches. A lo mejor por eso es que cambian los paradigmas!!!

12/18/2014

BAKER, GEOFFREY; “EL SISTEMA: Orchestrating Venezuela´s Youth”, Oxford University Press, Oxford, UK, 2014 A review by Carlos M. Añez, December 2014

When my great friend and tutor Charles Cooper (R.I.P.) read the first draft of my D.Phil. thesis he scribbled many comments in the margins and in the first page he wrote: "Too many words". Of course, I had to rewrite the text. In this case, I have to tell Geoffrey Baker the same. Three hundred and sixty two pages are far more than is necessary to support what he sets out to argue. However, he has written an important book for whoever is interested in El Sistema.  
Baker explains that he became impressed with the emotional density of the Simon Bolivar Youth Orchestra concert at The Proms in London in 2007 and that made him decide to study El Sistema.  He assures that he went to Venezuela for field work as an admirer of its musical achievements. He was officially received as a guest of honor and it was only when he began to be “surprised” by being told, privately and confidentially, information about the conflictual and tortuous process of development of the institution that he adjusted his academic research program to be able to write this book. This is not credible. It is hard to believe that Baker thought all what he argues in the book as a result of his field work in Venezuela.
Firstly, it is wholly clear that he is a scholar expert on social studies of music and as such he had quite a solid baggage of theoretical and ideological positions when he began his Venezuelan journey. Secondly, some of the core points under his attack were obviously evident even when he happened to attend the 2007 Last Night at the Proms concert. For instance:  El Sistema emphasis on the symphonic orchestra. The book is more than a critical analysis of El Sistema as a social and musical entity. It is rather a wide deployment of Baker´s ideological positions regarding historical relations of music with society and I should say about socioeconomic development in general, on the basis of a case study: El Sistema in Venezuela. Anyway, he has done a thorough academic job for which I offer my compliments.
Based on a promotional article that Baker published in The Guardian, some people publicly expressed outright support for his arguments, even before the book became available. Being politically motivated, they welcomed the book as an attack on El Sistema and its leaders, José Antonio Abreu and Gustavo Dudamel. However, after reading the book it becomes clear that Baker´s article was an unjust deformation of the width, seriousness and honesty of his research perhaps motivated to promote sales. I admit it misled me. The book is a monumental tour de force of written hearsay. It´s ethnography, after all. Such is the social research method that Baker says he applied to acquire the information that allowed him to write the book.
The problem is that ethnography researchers are supposed to interact with members of the community they are studying without discrimination of pre-determined categories or groups. It seems that Baker had ears only for critics, skeptics, disgruntled musicians and political adversaries of Abreu and El Sistema. Puzzlingly, he says: “I met many people who enjoyed being part of El Sistema…” (p.16) but then no account is made of their appreciations in the following pages. Actually, he is pretty clear about it stating that “This book focuses on the narratives that are currently inaudible and the ways they complicate the official one; it brings out into the open debates that normally take place in private” (p.17). Since there seems to be some debate and “it takes two to tango” I suppose we have to wait for perhaps a second book that hopefully will present the arguments of the other observers and member of the Sistema community that are missing this time. In the meantime, Baker feels compelled to clarify that “[His] relationship with El Sistema, however, is neutral.” and that “What follows may not be the truth but contains some (inconvenient) truths …” (p.20). The reader remains wondering whether Baker´s neutrality warrants a clear and impartial understanding of the cultural value of El Sistema and its real impact on Venezuelan society or it simply serves the reader a chance of peeking into the minutiae of power plays and the misery of petty quarreling typical of large organizations.
The first two chapters, following the Introduction, are dedicated to depict the roles of Abreu and Dudamel. The explicit aim is to bring to light the true character and personality traits of these two leaders of El Sistema from behind the public images that, according to Baker, have been carefully crafted by some professional and explicitly hired world class PR machinery. The result is the characterization of Abreu - who “…is a hard man to investigate” (p.27) - as an authoritarian, ruthless, vengeful, manipulative, arrogant, secretive, unscrupulous and enormously ambitious politician (and musician) who has also shown to be intolerant of critics. His conservatism, Catholic religiosity and elitism are said to explain much of his behavior. His entire professional and political career is displayed and discussed for the benefit, I suppose, of foreign readers since all that is presented is well known to any well-informed Venezuelan. The characterization is based on informants’ accounts and publicly available reports and press clippings. Several times along the text Baker points out that he could not verify or confirm the information, which is fair enough. Again, it´s ethnography he is attempting.
When it comes to Dudamel, Baker´s neutrality is strained. Dudamel´s musical talents are not discussed. In fact, they are not even mentioned. The conductor´s public image is the object of Baker´s analysis and his rise to stardom is the target of the criticism. It is while referring to Dudamel when Baker´s ideology begins to emerge in the book and his neutrality begins to crack and slip away. Although Dudamel´s rise is anecdotally reported as a conjunction of Abreu´s decision to promote him and Gustavo´s decision to submit himself to his authority, it is the actions of his PR agents that shock Baker. He criticizes strongly that Dudamel landed a contract to advertise Rolex watches; that he is paid $1,4 million a year by LA Symphony Orchestra; that he got a contract with Deutche Gramophone;  that he gets large fees for concerts in famous venues, like the Salzburg Festival through the actions of his world class agents and that he travels with all the paraphernalia typical of the jet set. However, Baker´s criticism is not limited to the individual case of Dudamel. Actually, Dudamel is criticized for the wider offence of belonging to the elite of the world musical industry. The culprits are really “music as business” and “art as spectacle” which, according to Baker, are precisely major sins of Abreu´s strategy regarding El Sistema.
I suppose world class performers such as, Yuja Wang, Katia Buniatishvili, Gabriela Montero, Riccardo Muti, Baremboim and his WEDO, Berlin Philharmonics, The Belcea Quartet and the likes will feel alluded by this vision of their disgusting selfish capitalistic exploitation of the sacred art of music making. Ça va sans dire, that we, classical music lovers, might also be found guilty for our dependence on the “international music industry” for listening recorded music and watching video concerts. Baker denounces that star orchestra conductors are making too much money just like CEOs in private corporations. He thinks that they are being paid salaries and bonuses many times above the salary of the average worker/musician and that is not fair. Thus, he brings the question into the realm of the social inequality issue being currently discussed in the world. Regarding this issue, it doesn´t seems fair to challenge the three of four musicians from El Sistema who have made it to the top for following the trend. It is certainly naïve to criticize the enormous salaries of music top stars as well as those of baseball or football players and other show business fees and celebrities earnings on the grounds of “justice”. You may propose many types of solutions to the inequality problem but it is simply neither fair nor realistic to criticize an individual star player for negotiating the highest pay possible. On the other hand, it´s not hard to understand that the larger the audience the bigger the pay.
Several times along the text Baker feels ethnography as a straitjacket and breaks away of its limits. His desire to display his ideological positions is restricted by the descriptive and diagnostic nature of the method. Therefore, after describing El Sistema’s features and while propounding a more democratic and shared style of decision making, he goes ahead and criticizes Abreu’s management and administrative policies as being authoritarian, hierarchical, centralist, arbitrary and clientelist corresponding  “…snugly to capitalist ideology” and to the ways of the “… Catholic Church, which ´demands authority, without offering, accountability´ (Deveney 2013)” (p.76).
Baker is haunted by the question of authority in music making and in society at large. He emphasizes the analogy of the hierarchical management situation of capitalist corporations, which he loathes, with the authoritarian relationships between the conductor and the musicians of an orchestra. He even goes on to express general rejection of “orchestral music” because of its need for conduction. Although it doesn´t become totally clear whether he is more in favor of “conductor-less” music-making such as soloist playing or chamber music he presents references of an impressive list of “scholarly” studies concluding that orchestra musicians everywhere are really an exploited, frustrated, unfairly paid, and suffering class. They are physically injured by too much rehearsal, publicly humiliated by conductors and engaged in hopeless careers. Furthermore, orchestras are not favorable for musical education.
The two chapters dedicated to musical education are very informative and I should say, pedagogical. I learned a lot reading them. However, as a classical music lover I remained worried. According to Baker, orchestral music is, to say the least, “questionable”. He writes: “If orchestras were widely considered to be positive social and professional environments, then there would be some basis for El Sistema’s position; but its claims founder on the numerous accounts by orchestral musicians and experts that reveal large classical ensembles to be permeated by social dysfunction, questionable ideologies and pedagogical flaws. The symphony orchestra appears to be a problematic institution, in Venezuela and elsewhere, leaving El Sistema’s core idea looking rather threadbare.” (p.132)… this sounds quite ominous to me. I wonder how the members of the great American and European symphony orchestras can nowadays resist the pressure of the dysfunctions and keep playing. Why do they not quit? They live in free countries. I suppose this must be similar to medical doctors, nurses, soldiers, ballet dancers, cooks and so many other “suffering” professions. They just love what they do.
The other chapter is just a sorrowful description of El Sistema music teaching being another quite familiar “Venezuelan hell”: “there are not enough teachers”; “the teacher did not come today”; “the salaries have not been paid for months”; “the spare strings for the violins have not arrived”; “the strings arrived but now the reeds for the clarinets are delayed”; “you cannot attend class because there is rehearsal now”; “administration used the money for salaries to pay for travel costs”; and etc. etc. etc. You know!!! … A good ethnography like this one would be interesting to be done on PDVSA, the judicial system, the army, the public schools, the hospitals, the “misiones’ and so many other institutions of XXI century Venezuela. I wouldn’t single out El Sistema.
This is the main weakness of Baker’s effort. He doesn’t seem to understand the historical period Venezuela is currently going through. There is not even one sentence mentioning the terrible destruction that the 15 years of the chavista dictatorship has brought to the country. That is perhaps why some people consider El Sistema as a “miracle”. Whatever it has come to be, it looks like an exception in the mid of that mess. Half the book is dedicated to dismantle Abreu’s claim of social action without acknowledging that such claim was just an indispensable fundraising stratagem to keep El Sistema growing in chavista times.  There was no philosophy, no music teaching theory, no social development thinking behind Abreu’s approach and later strategy. It was just political, as well as Chavez’s response. Baker is (“wasting his gunpowder on vultures” / gastando pólvora en zamuros) wasting his time demonstrating El Sistema´s failure to have a significant social impact on “inclusion” of poor children. At least in Venezuela, that is not the point. Perhaps, Baker´s arguments are useful to open the eyes of people in other countries but in Venezuela nobody is expecting that poor children will improve their lives because of the actions of El Sistema.
The question of sexual abuse figured prominently in Baker’s promotional article about his book and was subsequently expanded by other British commentator in another newspaper. Actually, Baker writes that he just heard rumors and hearsay about sexual activity amongst the youthful community of El Sistema. For a country having 16 years as the legal age for consent and being well known by its high statistical number of under-15 pregnancies, his account is hardly surprising. He found no concrete evidence of sexual abuse apart from gossips and suspicions expressed by some anonymous informants. However, the lack of specific references compels him to call for investigation of the matter because “Power imbalances are at the core of sexual abuse,”(p.232), “… El Sistema is no exception, since reports of abuse (psychological as well as sexual) from Venezuela suggest that endemic, problematic features of classical music education are being reproduced rather than revolutionized [there].”(p.231)  “At present, the allegations and suspicions [of sexual abuse] that circulate around El Sistema are no more than that. However, events in the United Kingdom illustrated that even world-renowned institutions had skeletons in their closets. … The fact that this problem has not emerged publicly in Venezuela does not therefore mean that it is insignificant there.”(p.232) In other words, Baker thinks that since El Sistema plays classical music, since symphonic orchestras are imbalanced power instances, since there have been abuse in classical music institutions in the UK, and since there are some monkey business among teachers and pupils,  … there must be some of that in El Sistema. We better investigate and take measures.
We must ask then, why do people still support El Sistema?  Including myself, for example?  My answer is, first of all, because it has given us good classical, European and Latin-American, old and contemporary orchestral music of the kind we love and also because it has increased the social appreciation of classical music in Venezuela and elsewhere; it has augmented somehow the quality and the quantity of musicians and music making in our country; it has snatched a few precious resources away from dilapidation and corruption and it has given us a little pride of being Venezuelans. All this is emotional all right but I sustain these are valid reasons.  Some people think the cost has been too large but, as per Baker´s estimate, at least 170.000 youngsters are learning music in EL Sistema and we have now some infrastructure and an organization that can certainly be changed for the better in the future.
A key point of my disagreement with Baker stems from his implied ideological position regarding the appropriate strategy that should be implemented in a country like ours.  Important social and economic scholars have argued in the past that underdeveloped countries should adopt a strategy that avoids competing with developed countries by not trying to enter into the frontiers of advanced technological competition among the dominant economic powers of the world. Such approach implies that it is hopeless and wasteful to enter into a race for a place in the key ranges of world economy. In this paradigm E. F. Schumacher wrote his book “Small is Beautiful” in the 1970s. According to that view underdeveloped countries would be better off by trying to apply production technologies that could be more adapted to their abundance of labor, their scarcity of capital and their low level of social organization and governance. This sort of arguments is still part of a truly paternalistic ideology that permeates wide sectors of the western academic community. However, as anybody can see, it hides the belief that underdevelopment is going to be a permanent trait of the world forever and that it is preferable to capitalist development (ref. p. 104). 
Contrastingly, I believe that without attempting to advance through jump starting innovations and efforts, underdeveloped countries will have no hope to catch up. I also think that it is just not morally valid to propose developing a separate world for the poorest countries isolating them from the global advances of humanity even if these were historically originated in The West. Thus, when these thinkers criticize (ref. p.187) the focus on classical, orchestral and performance-oriented music-making in countries like Venezuela on the grounds that it is an elitist European centered strategy, reminiscent of the colonial past, I have to reject it as well because I want my country to be aiming to be culturally wealthy and strong and not left behind. We must be able to compete in any field: economic, scientific, artistic, political and whatever. I want my people to play and enjoy our folk music and the music of our composers but also that of the greatest geniuses of history.
The last chapter is an effort to look constructive after all. Baker sets out to explore ways to make good use of some of El Sistema´s “illusions”, “practices” and “ideals” that have remained in “lip service” status. By doing so he finally but implicitly acknowledges that there have been some benefits of Abreu´s endeavor. However, he says that it is the way that El Sistema is being interpreted, followed and adapted in the other 70 countries (he presents the cases of Scotland, Brazil, Colombia, USA and Australia) where it is being more or less reproduced, that seems to be pointing in the right direction, not because the Venezuelan Sistema has shown the way. Emphasis on including needy children, on community relationships, on professional teaching of music, on promoting of creativity and diversity, and other policies of the sort, leads him to express hope that the whole idea could be socially beneficially. “´Social action through music´ is an important idea that deserves careful consideration” he says… after all!
Trying hard I could summarize Baker´s interpretation, in the last chapter, of the underlying political soup as follows (ref p.309): El Sistema has been always conservative and traditionalist and as such it had the support of conservative groups in Venezuela. Abreu decided to give it a leftist “social” façade in order to get money from Chavez. Then the conservative sectors rejected the Sistema because, for them, it became chavista while the cultural left in the UK supported it because it sounded “social” which, as shown, it is not and since El Sistema is based on the authoritative, exploitative and anti-democratic XIX century symphony orchestra they should not support it. Then everybody is wrong and Abreu and Dudamel are the only ones profiting. How about that?
His comparative analysis leads him to propose a series of measures aimed at improving the social impact of El Sistema in Venezuela. He is right on that point, of course. For instance, in regional terms El Sistema could be managed better. His remarks about the need to reinforce regional “nucleos” vis-a-vis the ones in Caracas are truly valid. His comments about the excessive scale and cost of performing infrastructure (auditoriums) in detriment of basic resources like instruments and accessories are obviously correct, to say the least, and so on.

After reading the book one remains with the impression that in spite of its inexplicable overkill of Abreu, Dudamel, the symphony orchestra and classical music education, it is a useful academic study for future research and action in Venezuela and elsewhere.